domingo, 12 de septiembre de 2010

Comunicación y ciudadanía

¿De qué forma podemos pensar nuestra función educativa en el marco de esta nueva realidad en la que la información puede constituirse en una de las variables de exclusión de grupos y sociedades? Los invito a pensar en esta pregunta y ensayar algunas respuestas posibles.


Si consideramos que excluido es aquél que está por fuera del sistema de bienestar, de la integración social, personal y familiar, de la participación en los mercados (de trabajo, consumo, vivienda, etc., y hasta del sistema político), habría que pensar en la revisión de las prácticas más tradicionales que aún existen en la formación docente. Sin lugar a dudas, la consolidación de rutinas y modelos de enseñanza centrados en la prescripción, los contenidos dogmáticos y enciclopédicos, así como la presencia del verbalismo en la relación docente, estudiantes y saberes, podrían generar y a la vez reforzar un tipo de conocimiento, llamado por D. Perkins (1) , frágil, ritual, inerte e ingenuo.

En una conferencia dictada en Buenos Aires, en junio de este año, Manuel Castells (2) , nos explicaba que la educación podía ser transformada y provocar transformaciones en este sentido.

Al respecto, podríamos proponer la eliminación progresiva del desfase existente entre los chicos y su entorno pedagógico. Muchos de nosotros (profesores) y los propios alumnos, viven en un “entorno digital que no encuentran en la escuela”. En casos como el mencionado, no deberíamos operar desde una perspectiva reduccionista y afirmar que se trataría, meramente de una carencia de medios y equipamiento tecnológicos. Más bien habría que considerar la necesidad de un cambio en la gestión institucional, un cambio cultural y organizativo. Siguiendo a Castells, podríamos ensayar alguna manera de transformar “informaciones en conocimientos”, al tiempo que posicionarnos como docentes críticos, capaces de seleccionar la información adecuada, variada, segura, confiable. Esto nos llevaría a desarrollar nuevas capacidades cognitivas, para transformar dichas informaciones en conocimientos, trabajando de manera colaborativa, en equipos cooperativos de directores y docentes, construyendo inteligencias colectivas.

En este momento de mi exposición, vienen a mi mente las sabias palabras de Edith Litwin (3), cuando nos propone, como educadores, marcar hitos, señalizar el camino transitado por los alumnos. Ella lo denominó, alguna vez, “el camino acompañado”. En ese “camino”, las tecnologías y los medios de comunicación, serían considerados como posibilitadores, herramientas potentes, capaces de habilitar encuentros y de permitirnos recorrer juntos, al menos algunos tramos.

Precisamente, para incluir, desde las perspectivas comunicacionales, las TICs (las actuales y las de siempre) nos ofrecen ayuda y la posibilidad de que unos se ayuden a otros, en esos recorridos. De acuerdo a su utilización, podrán promover el reconocimiento de concepciones diversas, compartir proyectos, brindar por el encuentro, ya sea a través de la mejor de las netbooks, de la T.V., de la radio, de un sencillo Power Point, o simplemente, resignificando y revisando el uso que le damos al ¿viejo? pizarrón.

Sin dudas, las nuevas tecnologías abren campos inimaginados al mismo tiempo que alientan la curiosidad, la investigación y la innovación. Pensar las relaciones entre niños, adolescentes y jóvenes con ellas, supone instalar una reflexión permanente, en cuanto a los cambios y las innovaciones tecnológicas.

Los jóvenes están entrenados cada vez más en operaciones del pensamiento que los adultos no siempre compartimos. Sergio Balardini (4) , expresa que (…) “cuando la experiencia se sostiene en formato de clip, y entre videojuegos, el hipertexto, la hipermedia, la instantaneidad (velocidad), y con ellas adviene una nueva noción de tiempo y de espacio, hay que pensar que estamos frente al proceder de nuevos procesos cognitivos, dado que asistimos a nueva forma de organizar y construir el mundo. Pensemos: intervención multilineal, redes, nexos, nodos frente a centro, periferia, jerarquía y linealidad o secuenciación discursiva” (…)

En consecuencia, podría asegurarse que el progreso tecnológico no da descanso y casi no hay tiempo para adaptarse a una tecnología, porque ya otra ocupa su lugar. Habría que evaluar, en qué medida hay un compromiso, y un pensamiento crítico por advenir, en cada uno de los usos de la Web, Internet y los medios de comunicación masivos.

Verdaderamente, estamos presenciando, a cada minuto, que las estructuras culturales y sus agencias de socialización sufren mutaciones que impactan sobre la subjetividad y la identidad de los sujetos. Tal vez este impacto, esté generando un nuevo tipo de exclusión, una diferencia entre aquellos socializados por dentro y fuera de su entorno. Ya sean de una misma o de diferentes generaciones. En todo caso, nos corresponderá a los educadores, operar como filtro, selector, jerarquizador, vigilante epistemológico y didáctico, adaptador a la coherencia lógica de cada disciplina que se pretenda enseñar, exhibidor de diversas fuentes de información, facilitador de la comparación y la comprensión de la misma, estratega en la búsqueda de recursos y actividades, experto, especialista en su área, tutor, cicerón y lazarillo en el camino…

Por último, y no por ello, menos importante, los educadores favorecemos y contribuimos a respetar uno de los derechos humanos: el derecho a la información, término amplio que también incluye otros derechos como la libertad de expresión y de opinión, investigar, recibir opiniones y difundirlas (5).

¿No será pedirle demasiado a cada profesor?

Creo que de eso se trata EDUCAR, y es la tarea que hemos elegido.

Prof. Lic. Marcela Adriana Marchesano. Presentado en el Seminario “Comunicación y ciudadanía”, INFoD, septiembre de 2010.
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NOTAS:

(1) Perkins, David (1997). La escuela inteligente. Gedisa, Barcelona.


(2) Conferencia dictada en Buenos Aires en junio de 2010.

(3) Ponencia para el II Congreso Iberoamericano de EducaRed: “Educación y Nuevas Tecnologías”, Buenos Aires, del 30 al 2 de julio de 2005.

(4) Ponencia para el panel Subjetividades juveniles y tecnocultura; FLACSO; Centro Cultural del Teatro Municipal Gral. San Martín, Buenos Aires, 11 de julio de 2006.

(59 Declaración de los Derechos Humanos, aprobada en París, el 10/12/48. Cf. Loreti, Damián (1995). El derecho a la información. Relación entre medios, público y periodistas; Bs. As., Paidós, Cap. 1.